Disfrutar de una vida sexual plena y de calidad, superando el día a día, es un camino lleno de altibajos.
De hecho, compaginar la enorme cantidad de tareas y de roles que la sociedad pretende de nosotros es casi una “misión imposible”: capaces hombres y mujeres de negocios, perfectos padres, solícitos hijos, parejas ejemplares durante el día. Y, de noche… De noche parece que debamos transformarnos casi por arte de magia en dispuestos amantes, tigresas y gigolós, expertos en el Kamasutra y en hacer volar al otro. O, al menos, esos son los titulares de muchas de las revistas, libros o programas televisivos que tenemos a nuestro alcance.
Pero, en realidad, en los primeros momentos, cuando encontramos a alguien, cuesta encajar. Somos dos desconocidos, marcados por historias pasadas, con nuestras manías, miedos y ansiedades. Para colmo, el otro no parece disfrutar como creo que debe hacerlo. Las dudas, inoportunas, interrumpen en el momento en el que se desnudan los cuerpos ( eso si, impacientes, no nos han visitado antes) y nuestra mente empieza a jugarnos malas pasadas: ¿qué estaré haciendo mal?.
En parejas de largo recorrido es casi a la inversa, nos conocemos demasiado. Ya no hay nada nuevo en el otro, nada que nos sorprenda. La apatía se ha ido instalando entre nosotros y está tan cómoda que no parece querer irse. ¿Cómo podemos recuperar aquello que tuvimos o construir aquello que siempre hemos anhelado y aún no hemos conseguido?.
¿Qué tipo de situaciones mejoran con este tipo de terapia?
- Monotonía.
 - Insatisfacción.
 - Apatía o falta de deseo.
 - Dificultad para conseguir o mantener una erección, eyaculación precoz.
 - Dolor en la penetración (vaginismo, dispareunia.)
 - Embarazo y Lactancia.
 - Menopausia.
 - …
 
                        